El profesional que carezca de formación humanística no le será fácil cumplir a plenitud sus deberes.
06 de febrero 2022 , 10:09 p. m.
En buena hora la Academia Nacional de Medicina y la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina dieron inicio a la cátedra virtual ‘Humanismo médico’, encaminada a difundir la importancia que dicha formación tiene para quienes nos dedicamos al arte de curar. En particular, está dirigida a quienes se encuentran en la etapa de estudiantes universitarios, momento apropiado para inducirlos a familiarizarse con el cultivo del espíritu, que es de lo que trata el humanismo.
Para el filólogo español Marcelino Menéndez Pelayo, humanismo es una aptitud espontánea para dar trascendencia de eternidad a la realidad que nos ofrece la existencia cada día. A su vez, para nuestro erudito Ramón de Zubiría, el humanismo ayuda a vivir, a dar satisfacciones a las múltiples apetencias del espíritu. Es humanista quien adquiere familiaridad con las letras, la historia, la filosofía, la ética, las artes, la política, la religión… De otra manera no es posible adquirir una visión clara del mundo que nos circunda, ni de nuestros congéneres, ni del sentido que debemos tener de la vida. La humanidad atraviesa una de las etapas más desconcertantes de su historia, producto de los avances que ha traído consigo el desarrollo de las ciencias. Estamos viviendo en medio de la sociedad del conocimiento, de la inteligencia artificial, donde se pugna por alcanzar las mejores condiciones de vida, con abstracción del humanismo, lo cual no está exento de riesgos a corto y largo plazo, más aún cuando la ciencia éticamente ha perdido su inocencia. Explicable que haya surgido un movimiento interdisciplinario, la bioética, que de manera angustiosa viene llamando la atención sobre la responsabilidad de la ciencia para garantizar el futuro de las especies y del planeta todo. Para ello es necesario hermanar las ciencias con las humanidades. Siendo la medicina una profesión al servicio de la humanidad, quienes se decidan a ejercerla, además de las ciencias propias del oficio, deben estar imbuidos en otras disciplinas humanísticas. El médico, por principios, debe tener un nivel cultural más alto que el de cualquier otro profesional. Razón tenía el galeno y filósofo español del siglo XIX don José de Letamendi, cuando afirmaba que el médico que solo medicina sabe debe dar por sentado que ni siquiera medicina sabe.
Un requisito para que el médico sea humanista es ser un profesional humanitario, que es la compenetración con el dolor del otro, la compasión y solidaridad con el que sufre
Una formación médica integral abarca no solo la enseñanza técnica, sino también la educación humanista, o, por lo menos, una inducción a ella, con la ética como componente central. ¿Por qué una formación ética? Sencillamente, porque solo así se aprende a valorar al ser humano. Al igual que las ciencias médicas, la ética es esencialmente antropocéntrica, propiciadora del bien. Un requisito para que el médico sea humanista, es ser un profesional humanitario, que es la compenetración con el dolor del otro, la compasión y solidaridad con el que sufre. La filantropía –el amor al otro– es el fundamento del ejercicio médico y, por extensión, es el fundamento de las relaciones interhumanas. Vale la pena recordar que la filantropía médica nace con la medicina occidental, con el juramento hipocrático.
Siempre he creído que los médicos debemos ser individuos sobresalientes en el ámbito social, no por tener gran prestigio profesional y un buen pasar económico, sino por asumir la condición natural de líderes. Y una característica de ese médico líder debe ser su sensibilidad social en pro del bienestar de los más necesitados. No hay que olvidar que muchos de los conflictos sociales de los de abajo caen en la jurisdicción médica.
Aclaro que el humanismo no es una asignatura, como la entendemos en el lenguaje escolar. La familiarización con el humanismo comienza con la educación –ojalá temprana– en valores ético-sociales. La universidad será la encargada de madurar esa formación. Considero que al profesional –cualquier profesional– que carezca de formación humanística no le será fácil cumplir a plenitud sus deberes y obligaciones. Si la universidad donde se estudia la tiene olvidada, este valor agregado puede y debe obtenerse de manera autodidacta. La fuente de cultura más pródiga es la lectura. A través de ella es posible obtener la llave que nos abre las puertas del humanismo.
FERNANDO SÁNCHEZ TORRES
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